viernes, 19 de diciembre de 2014

El Cuervo de Poe

Aquí va uno de nuestros programas de radio: la segunda parte de un especial que hicimos sobre Edgar Allan Poe hace algunas semanas. Llegarán en desorden al blog pero eso no tiene importancia. Por ahora vale decir que somos un colectivo venezolano que abre su camino en la radio. Hablamos, en especial, de literatura, y escuchamos música de todas partes del mundo.

Nada de lo que decimos es necesariamente cierto, ni está apegado a ningún rigor académico, histórico o científico. Muchas veces sólo divagamos alrededor de un mismo tema, buscando las posibles conexiones que tenga con nuestra experiencia en particular o con la vida en general. Y como casi siempre estamos perdidos al llegar al estudio no acertamos con nada concreto.

Al final siempre nos anclamos en el discurso literario, en la imagen poética, en su complejo sistema de signos y en lo que sugiere e inspira la música de las palabras.

En esta ocasión es El Cuervo de Poe quien quiere conducirnos con sus graznidos a algún lugar. Lo iremos siguiendo en la oscuridad a ver a dónde nos lleva... Escuchamos Lacrimosa, Colérico Espín, Therion y Chico Buarque. También leemos Cuervos Conitos de Haruki Murakami. Conversamos sobre la vida de Edgar Allan Poe en base a nuestra interpretaciòn de la biografìa escrita por Julio Cortázar.

El programa se transmite por  Radio Nacional de Venezuela todos los domingos a las 10 de la mañana. He aquí nuestro capítulo sobre El Cuervo de Poe:



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martes, 16 de diciembre de 2014

8 Cilinder Coffin


Estoy leyendo Nightmares & Dreamscapes, un compendio de relatos cortos del escritor norteamericano Stephen King. Es la segunda vez que tomo este libro después de dos largos años. Y, como siempre me ocurre con las historias de King, entro definitivamente en uno de los mejores universos ficcionales que conozco de la literatura.

Desde niño me han fascinado las historias de terror. Siendo el menor de mis hermanos conté siempre con un horizonte de imaginarios y figuras propias de las décadas de los ochenta y noventa. Ví, hipnotizado, películas como Pet Sematary, The Exorcist, Silence of the Lambs y entre la infinita banda sonora de mis primeros años estuvieron Guns & Roses, Metallica, Nirvana, Alice in Chains y cosas por el estilo.

Terminator y un ejército de esqueletos cibernéticos custodian un ruinoso castillo en mi imaginación. Allí, una especie de motor custom está constantemente ensamblando ficciones y divagaciones, la mayor parte de ellas sin sentido, que no son más que un tránsito por territorios que yo mismo, mezclando material de la realidad y el sueño, he inventado.   

Cada vez que decido sumergirme de pies a cabeza en un libro de King es como si viajara en un Chevrolet Malibú de 8 cilindros por una larga carretera hacia el pueblo primigenio de mi infancia, a ese lugar placentero de la imaginación donde, sentado al pie de monumentales bases de concreto onírico, en cómoda oscuridad, puedo reconocerme en la arquitectura del sueño… y por tanto, de la pesadilla.

Para mucha gente, Stephen King no es un escritor “serio”. Cada quién tendrá sus propias razones, pero en general dicen que escribe por dinero, es decir, que su motivación está impuesta por el mercado. Apostaría a que, en su origen, esta idea surgió de la más cochina envidia. Stephen King tiene décadas siendo un #1 Bestseller. Tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo, obviamente en estas con menor intensidad. Pero si nos basamos en la cantidad de lectores reales que tiene, está claro que es un monstruo. Lo conocen en todas partes, y es artífice directo e indirecto de nuestro imaginario colectivo. Es un escritor de ese nivel. ¿En qué contexto es esto algo malo? Quizá en el ámbito de los intelectuales, en específico aquellos que puedan considerarse conservadores, o que se ocupan de cosas muy determinadas dentro de la noción de literatura, o los llamados lectores profesionales (instrumentales, añadiría yo) que buscan valorizar, legitimar y categorizar cada cosa que leen, etc. Pero ese no es el tema. Lamento tener que considerar necesario el asunto a la hora de hablar de un escritor tan comercial como este.

Una vez apartado ese aspecto, libre de prejuicios e indignaciones en nuestra sensibilidad estética, podemos apreciar verdaderamente una historia de Stephen King.

Si se lee en su lengua original el efecto fantástico se detona en su máxima potencia. Sus personajes son muy reales, tienen voz propia, costumbres, culturas, modos de pensar, criterios, perturbaciones y paranoias (cualidades, por lo demás, muy delicadas de lograr en la literatura, aunque sobre esto pueden abrirse también discusiones). Nada más empezar a leer Needful Things y es como estar en un bar de Maine escuchando la historia de boca de uno de sus protagonistas, tomando Jack Daniels y fumando L&M´s. This is what we do little fellow –Pareciera decirme la criatura de Salem´s Lot, como si existiera realmente, en mi cabeza. Como si estuviese siempre allí, en la combinación de palabras, y al leerlas se despertara.

Se suma el efecto capaz de atrapar a cierto lector y mantenerlo en trance por horas, haciéndolo sentir cómodo aunque los escenarios sean recónditos, aterradores, sórdidos y sangrientos. Porque si estamos allí, amantes del terror, viviendo una y otra vez sus historias, es porque estamos a gusto. Lo disfrutamos… En mi caso particular, puedo leer incansablemente The Waste Lands o ver Misery hasta morir.

Hay mucho contenido en esas historias, además. En las que se consiguen en Nightmares & Dreamscapes, por ejemplo, pasamos por las figuras clásicas del terror (como el vampiro, en The Night Flyer) enredándose en nuestra dimensión moderna, transmutándose, dialogando con el imaginario colectivo de nuestro tiempo, reinterpretándose, etc. Vemos también la típica máquina vintage del viejo King ensamblando piezas como Chattery Teeth, o You know they got a hell of a band, las típicas perturbaciones y extremismos gringos en Dedication o en The End of the Whole Mess


En definitiva, este libro es una dosis de alucinaciones más o menos de medio kilo, que es lo que pesa la edición en Paperback. No hay allí desperdicio, sólo la agradable melodía de la voz auténtica que cuenta un cuento, y los adictivos colores de una american horror story. Yo seguiré leyéndolo, seguro que de ese jarabe macabro saldrán cosas buenas.